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La semana pasada comenzamos el tiempo de Cuaresma, que se inicia con el miércoles de ceniza y dura cuarenta días hasta el domingo de Pascua, es un tiempo especial donde Dios nos invita a la conversión, al arrepentimiento , a cambiar algo de nosotros y así nacer nuevamente con Cristo el Domingo de Pascua, otra vez nos da otra oportunidad de acercarnos a el.
Este Tiempo de Cuaresma es un camino, es un transito para que podamos convertirnos, modificar algunas cosas nuestras y principalmente dejar que Dios entre en nuestro corazón, saber como estamos hoy y como quiero llegar al Domingo de Pascua.
Tenemos algunos tips que nos ayudan a recorrer este camino,
1- Tener un ratito de oración, para lograr un dialogo con Dios, que sea simple, amigable . y ahí poner lo que nos preocupa y sacar propósitos concretos .
2- El ayuno , no solo en las comidas sino ayunar las cosas que mas me gustan y ahi en ese espacio nos quedara mas tiempo para tener en cuenta a los demás, saber que necesitan, en que los puedo ayudar .
3- La limosna, no solo monetaria sino como estar atentos! ; a escuchar, a acompañar, a amar, cuando uno presta atención a los otros, sabe que les falta y en que se puede ayudar , desde los de mi casa hasta nuestros vecinos y amigos.
y lo mas importante de la cuaresma es que termina con la alegría de la resurrección de Cristo, Cristo Vivo , Cristo cerquita de nosotros.
Aca unas lindísimas palabras de nuestro Papa , de su mensaje para este tiempo:
"...La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.
Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y el acceso a Dios. El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24)...."